La crisis nuclear en Japón ha provocado compras de tabletas de yoduro de potasio por el temor de sufrir un envenenamiento por radiación, sobre todo en países como Estados Unidos y China. La demanda de este producto ha aumentado tanto que en un solo día se terminaron las reservas de los productores en Estados Unidos, la tasa de ventas fue, en su momento, de tres cajitas por minuto, cuando lo normal era tres por semana.
En las centrales nucleares se producen continuamente residuos radiactivos (entre ellos plutonio). En caso de un accidente nuclear, evidentemente, los residuos producidos son muchísimo mayores, las sustancias generalmente producidas y liberadas son el cesio 137 y el yodo 131. El primero ataca músculos y órganos internos y mantiene su radiactividad durante 600 años. El yodo 131 fue el causante de los 8.358 casos de cáncer de tiroides de Chernobyl en 1986.
El problema del yodo 131 es que el cuerpo no percibe que se trata de un isótopo radiactivo y la glándula tiroides lo utiliza, y ahí es donde surgen sus efectos. Además, lo podemos ingerir accidentalmente de dos maneras: comiendo alimentos contaminados ó respirando aire radiactivo.
El yoduro de potasio se ha agotado en Estados Unidos porque es utilizado para prevenir los efectos de envenenamiento por radiación. La función de la píldora es sobrecargar la tiroides con el yodo suministrado para que supla todas sus necesidades de éste, y de esta forma, no tenga por qué absorber el yodo radiactivo. Es decir, se obliga al organismo a consumir el yodo benéfico y así nos protege el cáncer de tiroides. Pero, el yoduro de potasio no es un medicamento mágico, porque sólo protege a la tiroides y contra el yodo 131. Además, puede causar otros efectos negativos en el organismo, sobre todo en niños y en personas con problemas renales.
La píldora no protege lesiones contra el organismo. 